martes, 24 de mayo de 2011


Me gustaría pensar que la educación y la cultura general dan de sí lo suficiente como para saber que en el cielo hay estrellas, constelaciones y galaxias. No hace falta saber definir estos conceptos con precisión ni entender las diferencias exactas entre unos y otros porque para eso estoy yo aquí. Si esta iniciativa triunfa ya publicaré más posts hablando de cúmulos, nebulosas, etc.

¿Qué es una estrella? Eso lo sabemos, ¿no? No fastidiéis, es una bola luminosa como el Sol. No es fuego lo que brilla, ya escribiré otro post si hay interés para eso. Cada punto que se ve en el cielo es una estrella como el Sol, y se pueden contabilizar miles de millones aunque normalmente se vean unas 4000, y eso en las mejores condiciones atmosféricas y teniendo buena vista. Dentro de una ciudad es raro ver más de 30 ó 40.

¿Y una galaxia? Las habréis visto en fotos, son una especie de aglomeración de estrellas como un enjambre. Típicamente tienen forma de elipse o de una doble espiral entrelazada y presentan un enorme brillo en el centro. Contienen del orden de mil millones de estrellas y son las unidades básicas que forman la estructura del Universo a gran escala. En las fotos que podáis contemplar que muestren una amplia panorámica del Universo lo que veréis es una gran dispersión de galaxias.

Nosotros claro que estamos en una galaxia. El Sol forma parte de la Vía Láctea, una galaxia de tamaño algo superior a la media, de forma espiral, y en la que habitamos el extremo de un brazo. Esto hace que veamos prácticamente el resto de la galaxia de canto y en la misma dirección. La franja de estrellas conocida desde la antigüedad que marca el Camino de Santiago por su orientación celeste es nuestra propia galaxia vista de perfil. De hecho, la palabras vía láctea son la traducción latina de algo así como “galacto axis”.

Y no hay mucho más para empezar: galaxias y estrellas. Pero entonces, ¿eso de las constelaciones? Quien más y quien menos sospecha que son grupos de estrellas, ¿es así?

Las constelaciones no son nada en realidad. Son un grupo de estrellas en el cielo, sí, que vistas desde la Tierra parece que están juntas, pero es casualidad. En realidad pueden estar alejadas entre sí enormes distancias pero coinciden en una alineación parecida. Los pueblos de la antigüedad veían en esas distribuciones aleatorias de puntos un montón de figuras, algo así como en esos pasatiempos de unir los puntos y al final aparece un dragón o una vieja, pero sin números en el cielo. Bueno, quizá números es lo único que no veían, porque en la misma escuela de pensamiento de los que encuentran interpretaciones al test de manchas de Rorschach, encontraban en el cielo animales, dioses, héroes y escenas de caza o festivas de todo tipo como corresponde a una buena religión primitiva y un poco animista. Explicaron la historia del mundo como un relato escrito en los cielos, donde con imaginación se podían seguir una especie de viñetas. Eso fueron las constelaciones.

En la época del renacimiento, cuando comenzaron los grandes viajes marítimos alrededor del mundo se aventuraron los occidentales en el hemisferio sur y vieron las estrellas que no se ven más allá del ecuador. Y como el ser humano nunca ha evolucionado demasiado siguieron el mismo esquema: cogieron agrupaciones de puntos y las asociaron con objetos cotidianos de la época. La única diferencia es que en vez de ver osos y serpientes, en el año 1500 vieron sextantes y astrolabios. Ahí están las constelaciones correspondientes luciendo en el cielo austral.

¿Y eso del Zodiaco que hablan los horóscopos? Pues nos tenemos que remontar a finales del Neolítico, cuando surgieron las primeras civilizaciones. Hasta la época prehistórica el hombre fue básicamente cazador y recolector, y el paso a una primera forma de civilización lo da cuando decide cultivar las tierras. Esto le hace no alejarse mucho de los cultivos, por lo que forma asentamientos y una cierta forma organizada de sociedad. Pero para poder cultivar con éxito le resulta necesario conocer las estaciones del año y tener un calendario fiable y (incluso las fases de la Luna aunque en este post no quiero entrar). Y por eso desarrolla los conocimientos astronómicos como primera forma de ciencia que vio este planeta. Los pueblos mesopotámicos ya habían descubierto que el Sol y la Luna dan vueltas por la misma zona del cielo, una especie de camino preferido de los astros. Y no costó demasiados siglos fijarse en esos 5 planetas visibles fácilmente que también siguen ese mismo camino de circunvalación celestial. Bueno, pues este camino lógicamente se superpone a unas cuantas “viñetas celestes” o constelaciones, y los antiguos como buenos supersticiosos que eran pensaron que esas viñetas tenían más importancia que los otros dibujos. A ese camino le llamaron eclíptica porque es la zona del cielo donde tienen lugar los eclipses (es lógico, si todos los astros van más o menos por el mismo carril, las interferencias de unos con otros se verán en esa misma banda celeste).

Según la imaginación de los artistas los dibujos celestes pueden abarcar regiones más o menos extensas, todo es cuestión de prolongar el rabo del león o poner muchos hermanos gemelos, por lo que el debate de qué dibujos recorría exactamente esa eclíptica quedó abierto durante siglos. La convención más estándar que triunfó fue escoger los 12 signos que más claramente caían dentro de ese camino celeste y descartar todos los demás. El número 12 se decidió por corresponderse con los 12 meses que tiene un año, y establece que un año tiene 12 meses porque son 12 los ciclos que sigue la Luna en un año solar y un ciclo lunar corresponde aproximadamente con un mes. Con todo esto, cuando miraron los 12 dibujos “elegidos” se encontraron con que había predominancia de animales, y a ese conjunto se le llamó Zodiaco (círculo de animales). Pero se le podría haber llamado zoológico igualmente.

Se puede aceptar cualquier otra combinación de estrellas como parte del dibujo de una constelación. En la astronomía moderna existe una institución, la Unión Astronómica Internacional, que confecciona los mapas oficiales del cielo marcando unas fronteras entre las constelaciones, a veces arbitrarias. Según cómo se mire, el camino de la eclíptica y por lo tanto los astros pueden pasar por 12, 13 o hasta 15 constelaciones distintas. El caso más conocido es el de Serpentario y Ofiuco, excluido deliberadamente de la iconografía desde tiempos de los Babilonios para evitar el fatídico número 13. De vez en cuando algún periodista lee un artículo y publica noticias sobre esta constelación, y como el ser humano no tiene memoria, cada 8 o 10 años surge una mini polémica mediática. Pero basta con leer un mapa: es como si alguien dice que en el camino de Barcelona a Lugo ha descubierto la provincia de Burgos.