sábado, 5 de noviembre de 2011

Letras para tontos con inquietudes

Ya sé que este es un blog de ciencia, pero a veces se plantean unas curiosidades que interesan a todo el mundo por igual. Hoy me apetecía hacer un post ligero y entretenido.


Nuestras letras modernas descienden de la escritura jeroglífica de las civilizaciones antiguas. En particular de la egipcia. Prácticamente todos nuestros caracteres se pueden encontrar en un jeroglífico. Y sin embargo no somos capaces de reconocer ninguno de ellos. ¿Por qué?

Los sistemas de escritura se suelen dividir en ideográficos y fonológicos. Es decir, en ellos un dibujo es capaz representar una idea completa o un único sonido. Entre estos dos extremos de complejidad se han desarrollado todos los alfabetos que ha inventado la humanidad. Existen los silábicos, los consonánticos, etc. Ninguna ortografía se libra de tener un cierto carácter ideográfico o fonológico. Por ejemplo nosotros seguimos escribiendo ‘hombre’ con H porque en latín primitivo la H de ‘homo’ sí que se pronunciaba, y la razón de que la conservemos no es filológica, sino ideográfica: estamos acostumbrados a encontrar una H para reconocer la palabra visualmente. Una lectura en diagonal de un texto que contenga frases como “un ombre be a su ijo” nos cuesta entenderla, no por las faltas de ortografía, sino por la falta de costumbre de encontrar algo así. Esto hoy en día nos parece tonto, pero durante la Edad Media, Renacimiento y Edad Moderna los únicos textos de valor de los que se disponía estaban escritos en latín, donde se veía “homo” con H, “videre” con V y “filius” con F. Era necesario intentar ser fiel en la escritura de los nuevos idiomas con el latín que usaban los clásicos. Va en la cultura de un pueblo ser conservador o reformista con la ortografía. Idiomas como el francés han conservado muchas más letras latinas aunque no las pronuncien (p.ej. “doigt” se pronuncia simplemente “duá” pero conserva la G y la T de “digitus”). Palabras como “figuera”, “filio”, “fava”, conservadas en catalán, perdieron el sonido de la F en castellano, y ante la desazón que provocaba el vacío pusieron allí una H. El italiano fue más radical y aceptó “ora”, “erba”, “emorragia”…

Los mismos egipcios se dieron cuenta de que la escritura puramente ideográfica presentaba graves problemas a la hora de expresar conceptos complicados. Es fácil dibujar “el jefe caza un buey”, pero para “tengo miedo” o “Marco Antonio quiere a Cleopatra” había que recurrir a metáforas que no siempre eran entendidas por las generaciones siguientes. El amor para nosotros reside en el corazón, pero otros pueblos lo situaron en el estómago, y llegará un día en el que los enamorados grabarán en un árbol sus nombres embarcados por un cerebro. La escritura egipcia de las últimas dinastías evolucionó hacia la fonética. Cada dibujo representaba un carácter. ¿Cuál? el inicial de la palabra. Como si nosotros para decir “hola” dibujáramos un hombre, un oso, una ladilla y un avión.

Esta situación se mantuvo así hasta la aparición de la cultura judeocristiana. En ella se ordenaba el segundo Mandamiento que nosotros hemos transformado un poco, pero que para muchos pueblos significa “no harás imágenes”. Por eso las culturas árabes, judaicas, protestantes y demás no hacen representaciones humanas ni de animales. Esta nueva visión (imposición) del mundo supuso prácticamente la extinción de la escritura. En nuestra Europa occidental por ejemplo, la cultura celta la prohibió y los druidas transmitían sus secretos por vía oral. Tenemos enormes lagunas de conocimiento a partir del año 3000 a.C. por culpa de esta pérdida de la tradición escrita.

Pero hubo quien se las ingenió. Si bien las imágenes estaban prohibidas, nadie había dicho nada acerca de hacer rayas, y en el Sinaí encontraron la manera de evocar las imágenes por medio de rayas simples. Cojamos un ejemplo: la letra A se representaba por un toro. Era el aleph, el símbolo de la fuerza. El símbolo no se podía representar ya, pero ¿qué es lo más característico de un toro? Sus cuernos, ¿no? Bueno, pues se puede dibujar algo así . Y de ahí a había un paso. Después ya el tema de la orientación horizontal o vertical del carácter fue una cuestión de estilo. Pero la transformación hacia la abstracción estaba hecha.

La misma historia se puede contar para todas las demás letras. Vamos a ello:
- La A. (ya comentada), el aleph da .
- La B. Es la casa, , casi siempre con puertas , y de ahí .
- La C y la G son inicialmente la misma letra. Los romanos necesitaron distinguirlas para adaptarlas a su fonética y a una de ellas le añadieron un palito transversal. La C es el camello, el “camel” también pronunciado “gamel” que dio “gamma”. ¿Qué es lo más característico de un camello? la joroba. Bueno, pues aquí la tenemos . La representación más rectilínea dio la gamma . Insisto, olvidaos de la orientación.
- La D. Es la puerta. Inicialmente se representa pero por identificación con la puerta púbica (sí, sí, el triángulo, la matriz) se pasa a representar . Qué cochina es la D.
- La E. Es la oración. Un hombre rezando acaba siendo .
- La F, U y V. Es el clavo o la almohada de la antigüedad , por extraños motivos algunos dibujos se inclinan y hacen .
- La H es la barrera . Está clara la evolución.
- La I, J y Y son deformaciones de la misma letra, el yod, un híbrido entre I y J. Dicen que en el catalán de Barcelona se puede escuchar la yod al pronunciar Valls por ejemplo. El yod es el brazo que se solía representar con la palma de la mano al final. Cuando se prohibió dibujar brazos se quedó el palo solo.
- La K es la mano. da .
- La L, el látigo. se convirtió en .
- La M es el agua, o el mar. En casi todos los idiomas del mundo el mar empieza por la letra M. ¿Lo más característico? las olas. y luego . Es bonita la M.
- La N es la serpiente, y sobre todo la serpiente que levanta la cabeza: la cobra. da .
- La O es el ojo (oyin). Curiosamente en los jeroglíficos no se representaba por un círculo, sino por o por . Cuando se prohibió representarlo se pasó a la O que conocemos.
- La P es la boca. Difícil verla en . La escritura tiende a estilizarse para hacer . Una letra complicada.
- La Q. Un misterio. Representa el mono y se dibuja .
- La R. Esta es bonita, es la cara . Está clara la reducción iconográfica.
- La S. Cuesta imaginar que era un diente, un molar probablemente . Pasó a y de ahí se quedó sólo en las curvas. Es más fácil ver la evolución a la sigma griega .
- La T es la cruz o la marca, signo utilizadísimo mucho antes que los cristianos. o se estilizaron perdiendo un palo.

Y ya está. Otro día, ¡los números!