miércoles, 1 de junio de 2011

¿Influencia astral en el siglo XXI?

Hablarle de astrología a alguien que ha estudiado astronomía es lo mismo que decirle a un informático “Tú sabrás mucho de Word y Excel, ¿no?”. La reacción es la misma en ambos casos: una mezcla ambigua de desprecio y superioridad. Pero como tengo constatado que me leen más informáticos que astrónomos, y que todavía tengo ánimo para defender alguna verdad objetiva, aquí estoy yo con este post, y en cuanto lo leáis os habrá quedado claro que en las carreras universitarias de ciencias te enseñan cosas algo distintas a lo de predecir el futuro.

Voy por partes: las palabras astronomía y astrología se parecen, de acuerdo. Y aunque a los conocedores del tema les provoquen la misma reacción que cuando alguien dice que quiere ponerse el Windows XP en su Mac, hay que respetar y aceptar que no todo el mundo tiene que ser experto en todos los temas, por lo que una confusión de nombres no debe ser motivo de polémica. Pero el problema fundamental es de base. La base del malestar científico es que a fuerza de machacar tópicos se ha extendido el convencimiento de que hay una relación entre lo que sucede en los cielos y muchas explicaciones a las cosas cotidianas. O como te dicen vulgarmente “es que la astrología tiene una base científica”.

Base científica mis c******. La ciencia es una metodología que surgió precisamente de la mano de la astronomía, motivada por interpretar y predecir las estaciones del año, y de paso explicar los fenómenos naturales y nuestra comprensión del mundo. Por el contrario las paraciencias son una explicación del mundo que surgió hace 5.000 años, tan acertada que resulta que el primer día dieron en el clavo, que no han modificado nada desde entonces, y que por lo tanto no necesitan autocrítica. Da igual que la observación diga que las estrellas se mueven en el cielo, y que donde hoy vemos un precioso león (si lo veían los griegos lo tienes que ver tú), dentro de unos cientos de años el dibujo se parecerá a una paella de diseño deconstruida. Da igual. Hoy en día se pueden comprar programas informáticos que calculan la carta astral de alguien que nacerá en el futuro, cuando la constelación de Sagitario haya evolucionado hasta recibir el nombre de Truño o Ñordo Boreal.

“Hombre, es que eres un exagerado, los planetas algo influyen”. Sí, concretamente la influencia gravitatoria de Saturno el día que tú naciste es una milésima menor de la de un pedo que se le escapó a la comadrona. Y la influencia electromagnética ya ni te cuento. “Sí, sí, pero es que hay otras energías y fuerzas”. Vale, perfecto, crees en otras cosas que la ciencia no ha visto. Pues yo respetaré la libertad de creencias, pero deja de decir que te basas en la ciencia, porque la ciencia sólo conoce masas y cargas eléctricas.

“Bueno, pero lo de la Luna no me lo negarás”… Más por partes otra vez. De la Luna siempre te citan estos dos ejemplos: las mareas y la menstruación femenina. Debe ser que no hay más influencia. Ok, adelante:

Las mareas son un fenómeno sencillo que se resume en tres o cuatro frases un poco técnicas: cuando dos cuerpos grandes están próximos, la atracción gravitatoria mutua que se ejercen entre sí es mucho mayor en la cara más cercana que en la más alejada. De este modo se produce una especie de tendencia al estiramiento de cada uno de los dos cuerpos, manifiestamente acusada según la naturaleza viscosa de ellos. En el caso de la Tierra, el Sol al estar tan lejano ejerce prácticamente la misma fuerza de gravedad a un lado y al otro del ecuador, pero no así la Luna, que nos atrae globalmente mucho menos que el Sol, pero cualitativamente mucho más en un extremo de la Tierra que en el otro. Y dado que la Luna es rocosa no podemos apreciar efectos de marea en su superficie, pero sí los apreciamos en la Tierra donde las enormes masas oceánicas se arrastran debido al influjo lunar. Si en la Luna hubiera agua observaríamos el mismo fenómeno de mareas. Y si la Tierra fuera más grande como para ejercer una gravitación brutal sobre la Luna, veríamos fragmentarse las rocas y moverse ofreciéndose hacia la Tierra. Esto sucede en miles de planetas y estrellas conocidos. Quizá dedique otro post a ello.

Pero las fuerzas de marea son importantes solamente porque la Tierra es muy grande. ¿Qué pasa si dejas un vaso de agua encima de la mesa y lo miras con cara de tonto durante 24 horas? Que verás agua estancada y mosquitos. ¿Y si miras una piscina? Jolín, pues lo mismo! Los fenómenos a gran escala se notan en objetos grandes, de miles de kilómetros. Es lo mismo que la consabida leyenda de que “la Luna influye en el momento de la siembra de algunas plantas”. Pues claro, pero esto pasa porque la Luna está removiendo la tierra, y con ella las aguas subterráneas, las corrientes freáticas y los nutrientes. Por eso dependerá el tamaño de tu espárrago de la cercanía lunar: porque la tierra estará más o menos rica en elementos cuando lo plantas. Repito: lo que se ve afectado es la Tierra, y no tu espárrago o tu zanahoria. A la planta no le pasa nada!

“Ya, ya… pero es que las mujeres tienen el período cada 28 días, exactamente lo mismo que el ciclo lunar”… Pues nada, a luchar contra los mitos. A ver, cualquier libro de ginecología os explicará que el período menstrual viene a durar típicamente entre 23 y 35 días, siendo lo más usual unas 4 semanas y estadísticamente estando el valor medio muy cercano a los 29 días. Quizá en la antigüedad tuvo su lógica explicar los fenómenos naturales mediante asociaciones e interacciones mutuas, pero sorprende que nadie se parara a pensar dos objeciones (bueno, igual sí que alguien puso reparos pero sirvió de ofrenda al Dios de la Tontería):
- Primera. Si las mujeres tienen el período cada 4 semanas influido por la luna, ¿qué hacemos con las perras que lo tienen de forma variable cada 5 ó 12 meses? ¿y con las yeguas? ¿Y con las elefantas que lo tienen una vez al año? Claro, tú que crees en lo sobrenatural estás dispuesta a creerte que a una elefanta, que es tan grande que casi podría sufrir fuerzas de marea en su sangre, la Luna no le afecta. Y a ti, que pesas 50 kilos va y te afecta. Pues lo dicho: nos cuesta desterrar mitos.
- Y segunda. Suponiendo que  la Luna sea responsable de las menstruaciones de las hembras humanas, pero no de las monas, chimpancesas u orangutanas, ¿por qué no ejerce la misma influencia sobre todas a la vez? Claro, aquí pienso yo que la naturaleza es sabia, y que si todas las mujeres tuvieran el periodo sincronizado, habría unos días al mes en que los contenedores de basura parecerían una amenaza de destrucción masiva. Pero bueno, igual la explicación simple es que si tú tienes el período hoy y a tu vecina le vendrá la semana que viene, la Luna no tiene demasiado que ver.

“Hombre, es que eres un negativo. ¿No has visto que cuando hay convivencia de varias mujeres tienden a sincronizar sus reglas?” Pues sí, es verdad, pero dirigiéndome una vez más a una lectora que haya aguantado todo este post le pregunto: ¿qué prefieres creer? a) que pasas el verano con tu prima, que la quieres. Y como la quieres acabas empatizando mucho con ella porque el metabolismo es hormonal. O b) que un trozo de roca que flota a 300.000 kilómetros está influyendo en vuestros ovarios para ponerlos mutuamente de acuerdo.

Dejad a la ciencia en paz. Que cada uno crea en lo que quiera creer. Por supuesto que hay fenómenos por terminar de describir adecuadamente, y de hecho ya no he querido extenderme más sobre la influencia de las fases lunares sobre algunas actividades humanas. Desterrar mitos es difícil: ¿quién no conoce alguien que piense que si tienes la regla se te corta la mayonesa? ¿O que si piensas en algo fuertemente se acaba cumpliendo? Pensad lo que queráis, pero no uséis la ciencia ni a favor ni en contra. Y recordad una cosa: lo paranormal es como un truco de magia en el que al descubrir el truco deja de interesarte. Esa misma tendencia es la que os hace rechazar instintivamente las explicaciones racionales. El misterio os fascinará más que la razón. Y quien os deberá explicar el origen de vuestras creencias es un psicólogo, no un astrónomo.

3 comentarios:

  1. Todo esto se resume en un gráfico:

    http://i.imgur.com/RKNx7.gif

    ResponderEliminar
  2. Quítome el sombrero ante tanta sabiduría :-)
    En serio Sergio, me ha gustado.
    Por aquí andaré siguiéndote.

    ResponderEliminar
  3. Gracias a los dos por los comentarios. Los piropos siempre animan a seguir y el gráfico refleja bien la situación educativa actual.

    Al hilo de esto, una reflexión más: ni hoy ni nunca podremos decir que la ciencia tiene la respuesta definitiva a las grandes cuestiones que interesan al ser humano. Las explicaciones científicas son frías y casi siempre descorazonadoras porque presentan un cuadro de la realidad que sólo contiene átomos, fuerzas, sustancias, etc. Y las personas necesitan respuestas sobre la finalidad de su existencia, la vida, el amor, el diseño inteligente creado por algo superior... En síntesis, la ciencia puede aspirar a desechar creencias erróneas y debe proponerse ser una herramienta de comprensión de la realidad al servicio del hombre, pero nunca podrá dar respuestas definitivas. En este contexto, la obligación del científico siempre será plantearse preguntas, pero cualquier ser humano deberá tener siempre el derecho a encontrar y adoptar sus propias respuestas.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.